¿Cómo tienen que ser los que mandan? ¿Tienen que tener vocación de servicio público? ¿Tienen también que ser simpáticos y unas personas excelentes? El Chojín lo tiene claro. Solo hay una virtud imprescindible a la hora de gestionar lo público: hay que ser eficiente. El resto... Pues si encima es simpático y una persona magnífica, mucho mejor. Pero no es imprescindible.