Historias de Boxeo (IV): Cus D'Amato, el entrenador que engendró un incendio con la chispa de Mike Tyson
mtmad.es
03/05/201814:03 h.Conseguir abrazar la gloria en el boxeo no es algo destinado exclusivamente para los valientes deportistas que se suben al ring. Igual que -como reza el refrán- detrás de cada hombre hay una gran mujer, en el boxeo sucede algo similar, pero con la figura del entrenador. Y, si no, que se lo digan a Jero García.
Sin embargo, este refrán se hace añicos en el momento en que el boxeador no es otro que Mike Tyson. Entonces, la figura que emerge dando voces al otro lado de las dieciséis cuerdas no es la de un entrenador cualquiera, es la de un psicólogo, la de un apaciguador de iras, la de un compañero: la de un padre. Es, sin lugar a dudas, la figura de Constantine 'Cus' D'Amato.
El entrenador, de origen italoamericano pero asentado en el siempre conflictivo barrio del Bronx, no alcanzó la fama hasta que en su camino se cruzó un tal Mike de apellido Tyson. Se cruzó en su camino un buen día, proveniente de uno de los muchos reformatorios que le dieron techo durante su infancia -hasta su mayoría de edad, había pasado más días en centros de menores que en el seno de su conflictiva familia-. Fue entonces cuando Cus dejó de ser D'Amato y pasó a desempeñar, no solo el papel de entrenador del futuro campeón del mundo, sino también las funciones del padre que Tyson nunca antes había tenido.
Cus D'Amato enseñó a Mike cómo entendía él el boxeo y Mike le respondió con historiales interminables de 'knockouts' a sus espaldas. Cus se adentró en la psique de Mike para que la 'chispa Tyson' se encendiese controladamente e iniciase un incendio de difícil extinción. Cus desencadenó el incendio y Tyson comprendió qué eran las zonas vulnerables y las invulnerables. Cus alimentó el fuego y Tyson inició una carrera basada en la filosofía del "a dónde quiero llegar" pasando por la psicología del "cómo quiero llegar".
Cus le dio conocimiento a Tyson, pero también le dio amor. Por eso, cuando el púgil se proclamó campeón del mundo en 1986, con tan solo 20 años, el hecho de que su entrenador no estuviese ahí para guiarle en la cara oscura del éxito comenzó a dinamitar su caída. Cus D'Amato había fallecido unos meses antes y la muerte le privó de presenciar en directo cómo Tyson enviaba al suelo a Trevor Berbick para conseguir el cetro mundial.
Ese día, cuando el incendio de Mike Tyson quiso disminuir su voracidad, el 'hijo' de Cus D'Amato se encontró con una oscura espiral de la que no pudo escapar.