La civilización que quería estar con sus dioses y que dominaba como nadie el agua, dejó grandes templos que todavía guardan secretos y enigmas como, por ejemplo, el repentino abandono de estos santuarios. Su dominio del agua hizo de su civilización un gran imperio del agua y nada estaba hecho al azar. Pero ¿por qué desparecieron de sus templos? Tras ascender a cotas sublimes de esplendor y poder, la Ciudad Sagrada pudo precipitar su propia caída.