Aitor Urabayen, de 20 años, acabó llorando tras pitar un partido de fútbol de categoría infantil por los insultos que recibió por parte de algunos padres de la grada. Pese a ello, el joven volvió a arbitrar y volvió, también, a ese mismo campo. Tal y como ha dicho Jero, un gesto de enorme valentía que servirá a esos jugadores que un día serán padres.